En esta ocasión, en contra de todos sus instintos y habilidades naturales, los filosófagos tratan de entender por qué hay algunas personas que parecieran tener un talento excepcional para caer mal a los demás. Hipotetizan que tal vez sea un cuestión de falta de empatía y autorreflexividad, en el camino se preguntan por los hábitos alimenticios de el fenecido David Hume y hablan sin conmiseración de Ingrid Betancourt.